Somos la generación que tuvo la mala suerte de nacer en los últimos años del siglo XX, donde la economía capitalista ha conseguido expandirse más allá de las fronteras y entró en su etapa más voraz: la globalización. La caída de Lehman Brothers y de los mercados financieros supuso la llegada de una crisis que afecta a todos aquellos que han abierto sus fronteras al comercio y el flujo de capitales. Decían que la juventud éramos el futuro, pero salvo unos pocos que han nacido en familias adineradas, la nueva generación de la clase trabajadora tendremos que limpiar la mierda que dejaron. Después de cada crisis el capitalismo consigue más terreno, donde la iniciativa privada se apodera de los servicios que ofrecen el Estado, generando precariedad laboral y mayores costes para los usuarios.
Los rescates han dejado a Grecia en la miseria y lo hundirán todavía más incluso cuando llegue al abismo. El Estado ha estado falsificando sus cuentas antes de que llegue la crisis por la obsesión de poder acoger los Juegos Olímpicos que, junto a la compra de submarinos alemanes y franceses, han dejado en el país un enorme agujero de deudas. Al aplicar las políticas neoliberales para salir de la crisis por medio del desmantelamiento del Estado y la desregularización del mercado laboral para recibir los paquetes de ayuda, han dejado a la población en la miseria y condenada a pagar una deuda ajena. Como consecuencia de ello, la conflictividad social aumentó y la rabia acumulada de tantos engaños ha estallado aquel 6 de diciembre del 2008 con el asesinato de Alexandros Grigoropoulos, del cual hoy conmemoramos su aniversario. Y cada año los jóvenes salían a las calles en Atenas y otras ciudades griegas a recordarnos que no olvidan y que la lucha continúa.
Los que nos movemos se nos ven como ilusos, utópicos y hasta criminales. Los intelectuales del plató condenan toda rebeldía de la juventud, incomprendida, reprimida y vista como una actitud irracional. Hay quienes tienen miedo al cambio y se mantienen en su postura reaccionaria, intentado conducirnos hacia cauces inocuos. Desde las privatizaciones de las universidades hasta los contratos precarios. Una novatada por parte de aquellos empresarios y políticos que pretenden que paguemos sus caprichos. No obstante, como Alex y los jóvenes de los años ’60 y ’70, odiamos el consumismo, el tener que seguir una moda para ser alguien, la aburrida sociedad y muchas cosas más que estamos condenados a sufrir. No solo el pueblo griego se encuentra en una situación pésima sino todos los que estén bajo la dictadura del mercado. La juventud griega ha sabido reaccionar ante tales atropellos.
Pero no debe de quedar allí. Su lucha es también la nuestra y la de todos quienes han sido, son y serán puteados por el sistema capitalista. Basta de condenarnos, de criminalizarnos exaltando la delincuencia juvenil, de dirigir y conducir nuestras vidas. Confiando en un representante, político o cualquier autoridad es y será siempre un fracaso, una derrota asegurada. Por ello, hoy y más que nunca, debemos de organizarnos entre los que quieran y estén comprometidos con recuperar la dignidad y renovar de una vez el triste panorama en el cual agonizamos.
¡Arde Grecia! ¡Abajo el capitalismo y viva la anarquía!
Los rescates han dejado a Grecia en la miseria y lo hundirán todavía más incluso cuando llegue al abismo. El Estado ha estado falsificando sus cuentas antes de que llegue la crisis por la obsesión de poder acoger los Juegos Olímpicos que, junto a la compra de submarinos alemanes y franceses, han dejado en el país un enorme agujero de deudas. Al aplicar las políticas neoliberales para salir de la crisis por medio del desmantelamiento del Estado y la desregularización del mercado laboral para recibir los paquetes de ayuda, han dejado a la población en la miseria y condenada a pagar una deuda ajena. Como consecuencia de ello, la conflictividad social aumentó y la rabia acumulada de tantos engaños ha estallado aquel 6 de diciembre del 2008 con el asesinato de Alexandros Grigoropoulos, del cual hoy conmemoramos su aniversario. Y cada año los jóvenes salían a las calles en Atenas y otras ciudades griegas a recordarnos que no olvidan y que la lucha continúa.
Los que nos movemos se nos ven como ilusos, utópicos y hasta criminales. Los intelectuales del plató condenan toda rebeldía de la juventud, incomprendida, reprimida y vista como una actitud irracional. Hay quienes tienen miedo al cambio y se mantienen en su postura reaccionaria, intentado conducirnos hacia cauces inocuos. Desde las privatizaciones de las universidades hasta los contratos precarios. Una novatada por parte de aquellos empresarios y políticos que pretenden que paguemos sus caprichos. No obstante, como Alex y los jóvenes de los años ’60 y ’70, odiamos el consumismo, el tener que seguir una moda para ser alguien, la aburrida sociedad y muchas cosas más que estamos condenados a sufrir. No solo el pueblo griego se encuentra en una situación pésima sino todos los que estén bajo la dictadura del mercado. La juventud griega ha sabido reaccionar ante tales atropellos.
Pero no debe de quedar allí. Su lucha es también la nuestra y la de todos quienes han sido, son y serán puteados por el sistema capitalista. Basta de condenarnos, de criminalizarnos exaltando la delincuencia juvenil, de dirigir y conducir nuestras vidas. Confiando en un representante, político o cualquier autoridad es y será siempre un fracaso, una derrota asegurada. Por ello, hoy y más que nunca, debemos de organizarnos entre los que quieran y estén comprometidos con recuperar la dignidad y renovar de una vez el triste panorama en el cual agonizamos.
¡Arde Grecia! ¡Abajo el capitalismo y viva la anarquía!
El capitalismo no tiene mucho tiempo de vida, talvez no desaparezca por completo pero tendra que cambiar, la pobreza que ha alcanzado a la mayor parte del mundo terminara por incitar pequeñas revoluciones, unidos y difundiendo nuestra lucha podremos liberarnos de esa opresion!
ResponderEliminar